Esponjas: cómo sacarles el mejor partido para la piel

Y tú ¿utilizas esponja o te aplicas el gel con la mano? Si eres de los primeros, tal vez no estés cuidando la piel como deberías. Te ayudamos.

Las esponjas de baño llegaron para facilitarnos la tarea en la ducha, pero se acabaron convirtiendo en un arma de doble filo. Aunque pueden ser uno de los mejores aliados de nuestra piel, también pueden constituir un foco de problemas para todo el organismo. Precisamente por esto (entre otras razones), podemos diferenciar dos tipos de personas en el momento baño: las que se aplican el jabón con la palma de la mano o las que recurren a estos utensilios de aseo personal. Sea cuál sea tu caso, te explicamos los tipos de esponjas de baño que puedes utilizar, las que debes evitar y la mejor manera de conservarlas para evitar complicaciones futuras.

Tipos de esponjas de baño: cómo elegir

Las esponjas de baño cumplen una función principal, la de la higiene, junto a otras secundarias igual de importantes, como la exfoliación. Pero según los tipos o las necesidades de la piel, estas utilidades pueden resultar contraproducentes. De ahí la importancia de saber elegir la mejor entre todos los tipos de esponjas de baño:

  • De malla. Se trata de un producto sintético elaborado, normalmente, a partir de hilos de nylon. Son las que más se utilizan en la actualidad, sobre todo, por su suavidad y comodidad. Pero, a su vez, son las que más problemas presentan por acumular bacterias.
  • Luffas. Son esponjas para el baño vegetales, obtenidas a partir de una planta de la misma familia del pepino. Se caracterizan por su tacto áspero y suelen ser muy utilizadas para exfoliar correctamente la piel de todo el cuerpo o mejorar la circulación.
  • Marinas. Son unas de las esponjas naturales más utilizadas a lo largo de la historia tanto en higiene personal como en la limpieza general de los hogares. Entre sus beneficios, destacan la sostenibilidad y su carácter hipoalergénico.
  • Sintéticas. Con diferentes grados de dureza, son otras de las grandes alternativas a la hora de comprar una esponja para la ducha.

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Cómo utilizar las esponjas de baño sin poner en riesgo la piel

Para que sean un potente aliado, los expertos recomiendan elegir bien el material, la dureza y el tacto de las esponjas, para que su uso no acabe convirtiéndose en un suplicio para la piel. Pero, también, llevar a cabo un correcto mantenimiento: no dejarlas en un sitio húmedo, sustituirlas con frecuencia, lavarlas y aclararlas bien después de su uso…

Si después de la ducha tu piel está enrojecida o dañada, no estás utilizando el tipo de esponja correcta. Este utensilio tiene que servir para limpiar la dermis y para eliminar todas las impurezas que quedan depositadas en sus capas más superficiales. Es un paso más en la rutina de belleza diaria: limpiar y exfoliar sin dañar los tejidos. Precisamente por este motivo, descartamos el uso de esponjas faciales. Al menos, en pieles sensibles o reactivas.

 

 

 

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