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¿Qué es la doble limpieza facial?

A estas alturas ya deberías saber que la limpieza facial, tanto por la mañana como por la noche, es un paso imprescindible para lucir una piel perfecta y sana. Ahora bien, hay quienes consideran que una correcta limpieza consiste en utilizar agua y jabón, y este es el primer error.

Realizar una limpieza facial correctamente, para que la piel refleje vitalidad, requiere de un proceso algo más complejo. Si quieres empezar a notar los resultados, quédate a leer el post porque te lo contamos al detalle: qué es la doble limpieza facial, cuáles son sus beneficios y cómo hay que llevarla a cabo paso a paso.

¿En qué consiste la doble limpieza facial?

La doble limpieza es un método de limpieza que tiene su origen en Corea, proviene de los rituales de belleza asiáticos. El proceso consiste en lavarse la cara dos veces, o lo que es lo mismo, dos pasos de higiene en lugar de uno para lograr una piel perfecta.

¿Por qué son dos pasos y no uno? La respuesta es muy sencilla: está comprobado que de una sola vez no se eliminan los residuos y la suciedad acumulados en la piel, por lo que el rostro no queda libre de impurezas, lo que puede llevar a lucir un aspecto apagado y con imperfecciones. La base de una piel fuerte y bella es la constancia en la rutina de higiene, diaria y semanal.

En la doble limpieza facial se utiliza, en primer lugar, un limpiador con base oleosa; y, en segundo lugar, un limpiador con base acuosa. El objetivo es ayudar a la piel a retirar las células muertas, mejorar su textura y aumentar la eficacia de la crema facial, que se aplica una vez que el rostro está totalmente limpio y preparado.

Aunque hacer una doble limpieza pueda parecer un gesto extra en la rutina de cuidados faciales, la realidad es que es una práctica muy recomendable que solo exige unos minutos. Porque realmente el problema no es la falta de tiempo, sino la importancia de crear este hábito e integrarlo en tu rutina diaria.

¿Para quién es la doble limpieza?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que una doble limpieza facial no será igual para todas las personas, debe estar adaptada a tu tipo de piel.

Puede que, si tienes la piel seca o sensible, pienses que no necesitas una doble limpieza porque puede resultar un proceso prejudicial para tu piel, sin embargo, no por dividirse en dos partes resulta más agresiva. O, por el contrario, si tu piel es grasa y decides no llevarla a cabo para así poder evitar el primer paso, el producto oleoso. Si este último ejemplo es tu caso es conveniente que sepas que el aceite es lo que permitirá una mayor penetración en los poros para lograr una limpieza en profundidad.

En definitiva, es un método recomendado para todos los tipos de piel, siempre y cuando se busquen las texturas adecuadas y se tengan en cuenta factores externos como la edad, otros productos utilizados en el día a día (por ejemplo, el maquillaje), la época del año, etc.

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¿Cómo llevar a cabo una rutina de doble limpieza facial paso a paso?

Lo ideal sería repetir esta rutina tanto por la mañana como por la noche. Al fin y al cabo, la piel del rostro no solo necesita una limpieza profunda después de todo un día expuesta a agentes y agresiones externas, sino que al despertar también acumula un exceso de grasa y sudor que debe retirarse diariamente. Pero, independientemente de que la realices una o dos veces al día, lo más importante es que no te olvides de ningún paso.

Paso 1: limpiador con base de aceite

En el primer paso se necesita un producto con textura oleosa, ideal para eliminar suavemente los residuos acumulados durante el día: maquillaje, exceso de sebo, restos del filtro de protección solar… Normalmente suele tratarse de aceites desmaquillantes o bálsamos que no necesitan aclarado, y es importante escoger los productos adecuados, porque los de base oleosa consiguen penetrar mejor en el poro y eliminar la suciedad que suele almacenar. Además, estos aceites van reblandeciendo las capas superiores de la piel, donde se acumulan las células muertas, por lo que ayudarán a una renovación constante sin que la piel sufra lo más mínimo.

Paso 2: limpiador de base acuosa

Después de utilizar el limpiador con base oleosa llega la segunda parte: aplicar un limpiador con textura acuosa tipo agua micelar, jabón, gel limpiador o una mousse suave, que normalmente necesitan aclararse con agua para completar la rutina de doble limpieza.

Este paso consiste en llevar a cabo una limpieza más específica para cada tipo de piel (de ahí la importancia de conocer cuál es tu tipo de piel para poder optar por el producto adecuado) retirando todas las impurezas sin base grasa, es decir, la suciedad soluble en agua (como el sudor). Además, el limpiador de base acuosa ayuda a regular el exceso de grasa en la piel.

Por último, si eres de las que utilizan un dispositivo electrónico de limpieza facial, este segundo paso será el momento de emplearlos. Eso sí, sin excederse de, aproximadamente, tres minutos, dependiendo del dispositivo utilizado, la sensibilidad y la tolerancia de la piel.

Paso 3: tónico

A lo largo de todo el post hemos mencionado que la doble limpieza facial requiere dos pasos. Sin embargo, puedes añadir un tercero y considerarlo igual de importante que los anteriores: el tónico.

Aunque este tipo de productos hay que dejarlos actuar sobre la piel, también son elementos de purificación que, con su función humectante y equilibrante, ayudan a equilibrar el pH, cerrar el poro, refrescar la piel y dejarla lista para el siguiente paso: la hidratación.  Una vez que el tónico se haya absorbido podrás utilizar tu sérum facial, contorno de ojos hidratante y crema hidratante.

Este tercer paso es especialmente importante para personas que tienen piel grasa o con tendencia acneica, pues el tónico, además de cerrar el poro, regula la grasa y matifica la piel.

Al principio puede parecer complicado, pero tratar las impurezas de la piel por separado ayuda a conseguir una limpieza más profunda de la piel sin alterar el manto hidrolipídico. A largo plazo, y si se acompaña de una correcta rutina de hidratación, hace que disminuyan los puntos negros, granitos o rojeces, además de prevenir la acumulación de grasa y la aparición de espinillas provocadas por la suciedad o los restos de maquillaje que quedan sin retirar.

Resumiendo, con esta rutina de doble limpieza facial mejorarás la textura de la piel del rostro, combatiendo el aspecto fatigado y la piel apagada y devolviéndole la luz y vitalidad que necesita. Pero para ello este hábito debe formar parte de tu estilo de vida.

Y no olvides siempre hidratar la piel y utilizar protección solar, especialmente en estos tiempos. Además, con la cara completamente limpia conseguirás que los productos que apliques a continuación se absorban más fácilmente. ¡Ya verás como tu piel te lo agradece!

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