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Qué es y cómo tratar la dermatitis atópica

La dermatitis atópica, también denominada eczema atópico, es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se presenta en forma de sequedad, mayor sensibilidad, hinchazón, enrojecimiento y picor. Los brotes aparecen en los pliegues de los brazos y las piernas y en la cara, manos y pies, y aunque en general suele iniciarse en la infancia y mejorar con la edad, también puede persistir en la edad adulta o incluso iniciarse en esta época.

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Causas de la dermatitis atópica

Hoy en día la causa de esta reacción sigue siendo desconocida, aunque en su aparición intervienen factores genéticos, ambientales y del sistema inmunológico. Y aunque no es posible predecir si una persona va a padecer esta enfermedad, sí se sabe que aquellas con antecedentes familiares de dermatitis atópica, alergia, rinitis alérgica o asma, tienen más probabilidades de padecerla.

Los factores desencadenantes de los brotes más comunes suelen ser la falta de hidratación, el estrés, productos irritantes como el cloro, los perfumes, los jabones agresivos o la ropa sintética, el sudor y los climas fríos y secos.

Las personas con dermatitis presentan una composición diferente en la última capa de la piel que le impide cumplir su barrera de función protectora frente a la deshidratación, las agresiones o las infecciones.

Por este motivo, la enfermedad, que suele desarrollarse en forma de brotes, empeora con el uso de determinados productos, el estrés, el sudor, el frío o las alergias estacionales, una de las causas más comunes.

¿Cuáles son sus síntomas?

Esta reacción de la piel se caracteriza por la combinación de tres síntomas fundamentales: piel seca (también denominada xerosis), picor (purito) y lesiones eczematosas (inflamación de la piel, enrojecimiento y descamación).

En los pacientes con dermatitis atópica tanto la localización como el tipo de las lesiones varía en función de la edad:

  • En los niños menores de dos años las lesiones predominan en el rostro, sobre todo en las mejillas, respetando la zona de los ojos, nariz y boca. En cambio, en los niños mayores de dos años tienden a situarse en los pliegues, especialmente detrás de las rodillas y en los codos. Durante la infancia predominan las lesiones húmedas, en las que pueden observarse rojeces, hinchazón y formación de vesículas o ampollas.
  • En los adultos, sin embargo, la localización de las lesiones es más variable, pero es común que aparezca la afección en los párpados. En esta etapa las predominantes son las lesiones secas, con descamación, engrosamiento de la piel y formación de grietas o fisuras.

Recomendaciones generales para el tratamiento de la dermatitis atópica

  • Realizar duchas cortas, de 10 minutos como máximo, una vez al día. Evitar los baños largos a altas temperaturas, el agua el agua caliente seca la piel y esto lleva a mayor picor.
  • Utilizar jabones suaves, neutros, con alto contenido en aceite y sin perfumes.
  • Evitar en la medida de lo posible el uso de esponjas ásperas y la fricción a la hora de secar la piel.
  • Hidratar la piel a diario (no solo las zonas afectadas) mediante la aplicación de cremas emolientes, preferiblemente después de la ducha o limpieza. Lo ideal en estos casos es optar por productos recomendados para pieles atópicas.
  • Se aconseja aplicar crema hidratante dos veces al día y aumentar la frecuencia de aplicación cuando la piel esté más seca, por ejemplo en los meses más fríos.
  • Teniendo en cuenta que una de las complicaciones más frecuentes de la enfermedad es la infección por el continuo rascado, es preferible llevar las uñas cortas y mantenerlas siempre limpias.
  • A la hora de vestir es preferible utilizar ropa de algodón o fibras naturales y evitar los materiales sintéticos.
  • Como la piel atópica es particularmente sensible, algunos estímulos cotidianos pueden llegar a ser irritantes y ocasionar exacerbaciones. Es el caso de determinados productos de limpieza, jabones, desinfectantes o químicos, así que es preferible utilizar guantes cuando se haga uso de ellos.
  • Intentar identificar y evitar los desencadenantes que empeoren la afección. Algunos de ellos son el sudor, el estrés, el polvo o el polen.
  • Evitar cambios bruscos de temperatura, temperaturas extremas y ambientes excesivamente secos.

A pesar de que no existe ningún tratamiento que cure definitivamente la enfermedad, sí hay diversas opciones, dependiendo de la edad del paciente, su estado de salud y la gravedad de las lesiones, que ayudan a evitar y mejorar los brotes de dermatitis.

En cualquier caso, incluso en la ausencia de lesiones, la piel de estos pacientes es mucho más seca y sensible que una piel normal, por lo que es fundamental elegir los productos adecuados para evitar los brotes o controlar los síntomas una vez han aparecido.

La mayoría de los pacientes pueden ser tratados con un tratamiento tópico, reservando el tratamiento oral para los casos más graves. Las cremas más habituales en estos casos son los corticoides tópicos, para disminuir la inflamación y el picor, los antihistamínicos para controlar el picor, y los corticoides orales, útiles cuando aparecen brotes intensos.

Aunque a veces no es necesario recurrir a estos tratamientos, sino que basta con utilizar la crema adecuada. Las cremas hidratantes Bioxán son perfectas para el tratamiento de adultos y niños con dermatitis atópica. Su estudiada fórmula a base de ingredientes naturales contribuye a la regeneración e hidratación profunda de su piel, una de las más delicadas y dañadas.

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