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¿Qué significa el Factor de Protección Solar?

El sol puede aportarnos múltiples beneficios a la salud, como el desarrollo de la Vitamina D o la producción de serotonina, pero también tiene numerosos efectos positivos del sol sobre la piel, siempre y cuando seamos conscientes de la atención y el cuidado que requiere.

Para mantener la piel protegida y evitar problemas derivados del sol, como el cáncer de piel en los casos más graves, es importante conocer qué es el SPF que aparece en los botes de los fotoprotectores y saber cuál escoger.

Protección solar para prevenir el cáncer de piel

La incidencia del cáncer de piel ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, especialmente los melanomas. De acuerdo con las estadísticas de la Skin Care Foundation, solo en Estados Unidos se calcula que 1 de cada 5 personas desarrollarán algún cáncer de piel a lo largo de su vida.

El cáncer de piel es el más frecuente en todo el mundo, representando el 50% de todos los tumores que se diagnostican cada año según expertos del Hospital Ruber Internacional de Madrid. Y de todos los tipos, el melanoma es la forma de cáncer de piel más peligrosa y la responsable de más del 80% de las muertes por cáncer de piel (Academia Española de Dermatología y Venereología).

La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) estiman que en España se detectan anualmente 6.000 casos nuevos de melanoma. Uno de los principales factores que hace que la incidencia de estos tipos de cáncer siga aumentando es la exposición solar inadecuada.

Para protegerse de la radiación solar uno de los métodos más efectivos es la aplicación de crema protectora, pero cada piel es distinta y cada persona debe utilizar una u otra en función de su fototipo. Lo importante es saber cómo funcionan estas cremas y conocer cuál es el SPF o factor de protección adecuado en función del tipo de piel.

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¿Qué es el Factor de Protección Solar o SPF?

El SPF (Sun Protection Factor) o FPS (Factor de Protección Solar) es el índice que mide la capacidad protectora de una crema frente a los efectos nocivos de la radiación ultravioleta sobre la piel. Este número indica el tiempo que el producto aumenta la capacidad de defensa de la piel frente al sol, es decir, el tiempo máximo que puedes estar expuesto sin quemarte. Existen diferentes factores de protección solar, que abarcan desde el SPF 5 hasta el SPF 50+.

La fórmula para calcular dicho tiempo es multiplicar el tiempo que tu piel podría, de forma natural, estar expuesta al sol sin quemarse por el factor de protección solar de la crema que elijas. Pongamos como ejemplo un protector solar que ofrezca un factor de protección 30. Esto significa que la piel puede estar expuesta a los rayos UVB sin presentar quemadura 30 veces más tiempo que la misma piel sin protección solar. Así que, si por ejemplo tu piel aguanta 10 minutos al sol sin quemarse y se aplica una crema SPF 30, el resultado sería de 300 minutos de exposición solar segura a lo largo del día.

Conviene saber que en ningún caso el SPF indica el grado de permisividad al bronceado y que no es un valor absoluto, es simplemente un dato que permite orientarnos sobre el margen de tiempo adicional que podemos estar expuestos al sol sin sufrir quemaduras.

Lo que sí es cierto es que cuanto más elevado sea el factor de protección, más tiempo de protección presenta, siempre y cuando la crema solar se aplique correctamente en cantidad y frecuencia: después del baño, si se identifica un exceso de sudoración, si hay contacto continuo con la arena de la playa, etc. También hay que considerar que existen diversos factores que pueden distorsionar el valor del SPF: más allá de los inherentes a las características de la radiación y al tipo de piel, son importantes los relativos a cada tipo de filtro: capacidad de penetración cutánea, resistencia al agua y al sudor y modo de aplicación.

¿Cuál es el SPF adecuado para cada tipo de piel?

Para poder escoger el fotoprotector adecuado es importante tener en cuenta algunos factores, entre ellos el tipo de piel.

  • Piel grasa: se deben aplicar fotoprotectores con formatos fluidos o emulsiones seborreguladoras que eviten la obstrucción de los poros y produzcan un efecto matificante. Funcionan bien las fórmulas en gel y las que son minerales, dado que se absorben más rápido.
  • Piel seca: los protectores solares en leche o crema son los indicados, especialmente si poseen ingredientes hidratantes naturales.
  • Piel mixta: la mejor opción son las lociones livianas, refrescantes y con propiedades hidratantes que eviten que la piel produzca más grasa.
  • Pieles sensibles y reactivas: en estos casos se debe optar por fotoprotectores minerales que no tengan fragancias, ya que tienen menos capacidad irritante y evitan las rojeces.
  • Piel normal: este tipo de pieles pueden usar prácticamente cualquier fotoprotector, por eso lo mejor es optar por los que son de amplio espectro, suavizan la textura y unifican el tono.

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Fototipos de piel y SPF para cada uno de ellos

Además del tipo de piel, una correcta elección del factor de protección viene determinada por el fototipo de la persona. Su clasificación se conforma en base a características como la pigmentación de la piel, los ojos, el cabello, la capacidad para broncearse y el tiempo mínimo que tarda la piel en mostrar una quemadura tras haber estado expuesta al sol sin protección. De todo ello depende la sensibilidad de las personas a la radiación ultravioleta, el enrojecimiento y las quemaduras solares.

Fototipo I

Personas de piel muy pálida, ojos claros, generalmente pelirrojos, con una piel que tiende a quemarse cada vez que es expuesta al sol, prácticamente nunca se broncea y puede sufrir reacciones fotoalérgicas.

El fotoprotector adecuado sería una protección solar alta, equivalente a un SPF 50. Además, en el mercado hay productos específicamente desarrollados para intolerancias solares.

Fototipo II

Personas de piel blanca, sensible y delicada, con ojos claros y cabello generalmente rubio. Al igual que el fototipo anterior, es muy difícil que lleguen a broncearse y pueden padecer reacciones alérgicas tras exposiciones prolongadas al sol.

Estas pieles requieren el mismo tratamiento que el fototipo I.

Fototipo III

Este es el fototipo más común en España, y suele corresponder a personas con pieles intermedias y con el cabello castaño. Son capaces de coger algo de bronceado, pero antes tienden a enrojecer.

En una piel fototipo III se puede bajar el índice de protección solar a un equivalente de una protección media, mínimo un SPF 30. Este neutralizaría una radiación muy alta, pero es importante evitar la franja horaria de mayor radiación.

Fototipos IV, V y VI

  • El fototipo IV pertenece a personas de piel oscura con el cabello moreno o negro que se broncean con rapidez al tener contacto directo con el sol.
  • Las pieles que engloba el fototipo V son más morenas que el anterior.
  • Las personas con la piel más oscura, tradicionalmente negras, son las que entran en la clasificación del fototipo VI.

Estos tres últimos fototipos no necesitan una alta protección solar, ya que de por sí poseen una melanina natural que hace que su piel reaccione con efectividad a los efectos nocivos de la radiación. En estos casos bastaría con aplicar un factor de protección medio (SPF 15).

En definitiva, dependiendo del índice de rayos ultravioleta y en función del fototipo de piel debemos escoger el protector solar más adecuado para broncearnos sin dañar la piel, de forma segura, duradera y minimizando el fotoenvejecimiento. Aunque siempre hay quien llega tarde al paso de la prevención, ¡así que siempre viene bien saber cómo aliviar las quemaduras del sol!

En cualquier caso, no hay que olvidar que, independientemente del tipo de piel y del fototipo, los especialistas recomiendan aplicarse la crema al menos 30 minutos antes de la exposición al sol, pues los filtros solares han de ser absorbidos por las capas más profundas de la dermis para que la protección sea del todo efectiva. Lo ideal según los dermatólogos es renovar la aplicación cada dos horas como máximo y aplicar 2 milímetros de crema protectora por cada 2 centímetros cuadrados de piel.

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